THE BASIC PRINCIPLES OF VIERA VIDENTE

The Basic Principles Of viera vidente

The Basic Principles Of viera vidente

Blog Article

La experiencia se transmutó­ en sangre de su sangre, en gesto y mirada anónimos­ imposibles de separar de su ser. “Sólo entonces –admite el poeta– puede acontecer que en una hora muy singular se alce de las profundidades y se exprese, la primera palabra de un verso”.

three Repudian la injusticia social, la opresión de una parte de la humanidad por la otra, se cuidan de exaltar a ese “liberalismo” alienado que al plantear el problema de la libertad intrínseca del hombre, sin tener en cuenta su limitación psicológica y la mala organización de las estructuras sociales, hace consciente o inconscientemente el juego a los reaccionarios y a los falsificadores.4

Si en la noche surgiera la luz, si un día nocturno y una noche diurna pudiera abrazarnos a todos, ese sería el fin supremo de nuestros deseos.

En la época “absolutamente mítica” como la denominara Schelling, el hombre parece haber vivido en estado atemporal, en una especie de infinitud en que lo visible percibido por los sentidos ordinarios, coexistía con una singular perspectiva de las cosas, derivada de la espontánea actividad de ciertos dinamismos psíquicos que hoy permanecen inactivos.

Los surrealistas recorren el país ignorado, exaltan a los desposeídos, a los marginados, justifican a los parricidas y alaban a los asesinos y a los sacrílegos conscientes. Aragon es arrestado por robar objetos sagrados en las iglesias de Moisenay y Bombon. Se frecuentan los sórdidos burdeles en busca de la cruda naturalidad de las rameras y en un intento por conmover los cimientos del mundo se procura la cretinización misma.

De la Noche primordial, de ese estado espiritual impregnado de sensaciones numinosas, Novalis reaparece con los sentidos purificados. Es capaz de “ver”, de “oír”, de descubrir impensables analogías, de hacernos comprender la fugacidad de lo transitorio e inducirnos cambios cualitativos a partir de los cuales nos sea posible intuir la realidad del “otro reino”.

De estos planos en que puede expresarse el sentimiento religioso, Baudelaire ha elegido desde el comienzo el misticismo “hecho para los alquimistas del pensamiento”. En Mon coeur mis à nu se lee esta reveladora confesión: “Desde mi infancia, tendencias al misticismo. Mis conversaciones con Dios”, y en Journaux intimes: “Panteísmo. Yo soy Todo; Todo es Yo”. Sin embargo, el misticismo baudelaireano no conduce al panteísmo espinosista, sino que, a través del romanticismo, coincide con la teosofía de Boehme que, impregnada de elementos ocultistas, muestra una doctrina religiosa según la cual el universo y el hombre son símbolos de Dios. Esta concepción se asienta sobre el principio ocultista de las analogías. El macrocosmos corresponde al microcosmos a causa de la Voluntad infinita y la Intención eterna que coordinan los elementos de los distintos planos. Tal como la Tradición lo describe, Dios es la explicación suprema del Universo, el principio a que se refiere toda la intencionalidad que anima al cosmos y al hombre. “Las cosas –escribe Baudelaire en L`artwork romantique– se han expresado siempre por una analogía recíproca, desde el día en que Dios hizo al mundo como una totalidad compleja e indivisible”. A despecho de su pretendido dualismo, el pensamiento del poeta tiende decididamente a la Unidad.

El capítulo titulado “Baudelaire y las doctrinas esotéricas” comienza haciendo hincapié en el mundo cuyo múltiple y sutil entramado revela la voluntad de separación de la unidad de la que procede por actitud y obra satánica. La tradición ocultista de sesgo hermético que a través del Medioevo despierta en el Renacimiento por la traducción latina del Poimandres y los restantes tratados del cuerpo literario hermético, se conserva y difunde en la Francia decimonónica por medio del martinismo. Martínez click for more info de Pasqually y sus discípulos marcan la línea de influencia doctrinal. Charles Baudelaire, sumergido en este mundo invertido y en tensión entre las analogías entrevistas y los modelos celestes, busca en su conflicto profundo el “paraíso perdido” oscuramente vislumbrado, persiguiendo sus indicios hasta las más oscuras profundidades. Arrojado en el mundo y sintiendo todos los embates de su cautiverio lucha con su impulso poético, el solo recurso eficaz en su impotencia, porque la poesía es la “cadena de oro” imperceptible y dolorosa que une con el origen y la transmisión de los eslabones herméticos así lo va enseñando. El propio título de una de las grandes obras de Baudelaire, Las flores del mal, expresa con elocuente desesperación la ambivalencia de la actitud del hombre y poeta perdido en el cieno terrenal, pero bus-cando en el barro la “pepita de oro”, ajena al mundo y a la falsa civilización, que lo pueda redimir. El resplandor intermitente de la belleza sepultada lo atrae irresistiblemente y así su individualidad se opone heroicamente a todos y a todo y llega a buscar, fuera de una tradición ritual que considera viciada y perimida, también los recursos de los “paraísos artificiales”, que le ayudan a transponer la conciencia en un tipo de inconsciencia superior.

Entonces con el temor reflejado en el rostro, el hombre que en un alarde de soberbia había intentado desasirse de los lazos que lo vinculaban al Todo, no puede reconocer a la fuerza que lo arrebata.

El creador de Le contreciel (1936) y La Grande Beuverie (1938) pretende explicar por la poesía el todo del hombre y comienza por abandonarse a la escritura automática en un esfuerzo por liberar el subconsciente,­ pero con la secreta finalidad de poner en evidencia esa corriente engañadora que forma “la trampa incoherente de nuestra vida común” y poder aniquilarla para ir descubriendo los perfiles reales del “yo” superconsciente.

Es un camino contra la naturaleza y contra Dios”. La experiencia poética, unida a su disposición pure para acceder a otros niveles de la mente, le crean la ilusión de que forzando la poesía (Nerval había pretendido forzar el sueño), y encarnizándose en los excesos y en el desarreglo de todos los sentidos, lograría ampliar el orificio penosamente abierto en el muro de la conciencia ordinaria. Pero Rimbaud es impaciente y brutal. Si por momentos asoma en sus poemas una presencia perturbadora, y el aventurero de lo fantástico interior –convertido en una “opera fabulosa”– penetra en lo desconocido, bien pronto retorna para permanecer apegado a la tierra, preso de sus pasiones y su orgullo.

Sólo puedes conocer a Dios, si tú eres Dios, si Dios está en ti. Tanto para el Misticismo como para la filosofía de la naturaleza y la “ciencia” romántica, conocer algo significa llegar a fusionarse con ese algo, siempre que lo conocido y el cognoscente sean de igual naturaleza y partes del mismo complejo vital. Sólo se aprehende el objeto en su ser verdadero cuando se intuye en él la misma vida que advertimos en la experiencia de nuestro propio “yo”.seven Los simples –pensaba Eckhart– imagi­nan que deberían ver a Dios, como si El estuviera allí y ellos aquí, pero en realidad, Dios y el hombre son Uno en el conocimiento.

Cuando sobreviene la crisis surrealista, y la rebelión literaria se transfiere de la condición humana a la condición social, unos proclaman que la revolución debe primeramente liberar al hombre de las “trabas materiales­ exteriores”; otros, en cambio, otorgan funds prioridad a la liberación interior, tratando de conciliar el best de Marx y el de Rimbaud. Ante esta alterna­tiva los jóvenes de Le Grand Jeu radicalizan el pensamiento rimbaudiano y apelando a peligrosas psicotécnicas se lanzan a la búsqueda del conocimiento absoluto.

Tomada en su origen, al margen de racionalizaciones posteriores, la intuición primitiva del mundo revela un universo viviente trabado por la correspondencia universal y actualiza la facultad, hoy paranormal, de influir intencionalmente sobre cualquier elemento del cosmos, dirigiendo mediante la voluntad –como instrumento de participación– las relaciones analógicas que dicho elemento posee con el resto de los elementos del universo.

Report this page